Entre el 14 de junio y el 15 de julio, el mundo será blanco y redondo, y girará al compás de la Telstar 18, la hermosa pelota diseñada por la empresa Adidas como balón oficial de la XXI Copa Mundial de Fútbol, por desarrollarse en Rusia.
Esta será la primera vez que un país de Europa oriental cobije a las 32 selecciones clasificadas que se disputarán el preciado trofeo.
Ya se vendieron más de un millón de tickets para presenciar los partidos. Rusia, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Alemania, México, Argentina, Perú, China y Australia encabezan el top ten de la lista de países cuyos simpatizantes compraron más entradas.
No hay dudas: desde varios puntos de vista, un Mundial es un negocio millonario y, por donde se lo analice, el evento genera un atractivo innegable. ¿Qué hacer al respecto? Prueba lo siguiente:
-Aprovecha esta oportunidad para conocer más sobre el país anfitrión y cuál es la situación de la iglesia en ese lugar.
-Piensa cómo será el cielo cuando se realice la “ceremonia inaugural” aquel día que lleguemos allí y obtengamos la corona de oro.
-Busca oportunidades para contarles a otros de un acontecimiento más sublime y maravilloso que el Mundial: La segunda venida de Jesús.
-Trata de administrar tu tiempo con equilibrio. Que ningún partido te distraiga de tu comunión con Dios.
-Evita las discusiones vanas y los fanatismos inconducentes.
Tal vez el fútbol (como muchas otras cosas) no sea malo en sí mismo; pero se torna nocivo si es nuestra prioridad, nuestra pasión, nuestra obsesión… si solo hablamos de eso y si lo colocamos en primer lugar antes que a Dios y el servicio en su obra.
La vida es mucho más que un Mundial, por más que los medios de comunicación nos quieran hacer creer que en ese evento deportivo radica nuestra felicidad.
En este mes, seamos sabios y elevemos la mirada hacia otro césped verde, el que Jesús tiene preparado para cada uno de nosotros en el cielo.
“Después vi un campo de alta hierba, cuyo hermosísimo aspecto causaba admiración. Era de color verde vivo, y tenía reflejos de plata y oro al ondular gallardamente para gloria del Rey Jesús. Luego entramos en un campo lleno de toda clase de animales: el león, el cordero, el leopardo y el lobo, todos vivían allí juntos en perfecta unión” (Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 292). RA
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